lunes, 28 de octubre de 2013

LA EDUCACIÓN FÍSICA, ¿CREA ZOQUETES O LOS REDIME?

Centrándome en estudios inferiores, como son primaria y secundaria, mi respuesta sería que la educación física puede tanto crear zoquetes como redimirlos.
Como en todos los colegios, institutos, clases.. hay niños más avanzados en unas asignaturas y niños a los que les cuesta más, o en casos extremos zoquetes (como bien hemos leído en mal de escuela). Pues bien, la educación física ocurre lo mismo. Hay alumnos a los que esta asignatura se le da genial y otros, en cambio, que la tienen atragantada. ¿Este problema tiene solución? ¿o si no se le da bien esta asignatura a un alumno el profesor no debe hacer nada para cambiarlo? ¿Realmente es la educación física la que crea zoquetes o es el profesor que imparte dicha materia? 

Tras mi experiencia, la educación física en los colegios e institutos es una asignatura deseada por la mayoría de alumnos, digamos que la utilizan para despejarse tras estar horas sentados en una silla escuchando como un profesor les suelta un rollo sobre materias por las que no tienen mucho interés. Por tanto es una asignatura que motiva a gran parte del alumnado y (a través de la motivación como adjetivo importantísimo en este tema) redime zoquetes que sí lo son en otras asignaturas. Pero también encontramos el caso de alumnos con motivación negativa en este ámbito; ésto es debido a la falta de habilidades, ya sea por tener un mal físico o por falta de coordinación o simplemente por vagancia. Es aquí donde el papel del profesor es imprescindible: cuando el docente se da cuenta que una persona no es capaz de llegar al nivel de otros alumnos, éste tiene que intentar motivarle, bajándole el nivel de exigencia en ese tipo de ejercicio o simplemente resaltándole sus puntos fuertes en otro tipo de ejercicio para conseguir que la confianza interior del alumno sea mayor. Así se consigue crear un interés por dicha asignatura, evitando la creación de zoquetes y aumentando la desaparición de los que ya lo son. 

A pesar de los esfuerzos que pueda hacer el profesor por ayudar a sus aprendices o los zoquetes por salir de ese agujero en el que están metidos, siempre habrá casos imposibles, a los cuales no se les puede bajar más el nivel o resaltar sus puntos fuertes. Eso ocurre en todos los lados y no conozco forma alguna de cambiarlo.

Por tanto, para zanjar el tema y siempre bajo mi punta de vista,  a pesar de la existencia de zoquetes en todos los rincones del mundo, la educación física me parece uno de los medios de educación más asequibles para la salvación de este tipo de alumnos a los que tan difícil les parece todo lo relacionado con el estudio. Y, además de la materia en si, también el profesor que la imparte, siendo este clave en la motivación de su alumnado.

lunes, 21 de octubre de 2013

MI PROFESOR PREFERIDO

Si tuviese que repasar todos los profesores que he tenido desde preescolar hasta la actualidad, probablemente encontraría una gran cantidad de profesores que me enseñaron cosas importantes para mi formación actual, además de una buena disciplina. 
Es obvio que cada uno de los maestros que me ha impartido clases ha aportado algo en mi vida, dicho de forma metafórica,  son las estaciones en las que ha tenido que parar mi tren hasta llegar a su destino final.   Pero cuando pienso cual de estas estaciones tuvo más importancia para mi, que profesor ha sido el que más me ha marcado toda mi época de estudios hasta el día de hoy, fue mi profesor de matemáticas de bachillerato, Ignacio es su nombre. Los motivos, además de académicos (ofrecerme un aprendizaje rápido y bueno sobre las matemáticas y sus aplicaciones), fueron la seguridad que consiguió desprender de mi misma en todos los ámbitos y el potencial que consiguió sacarme en una asignatura por la que nunca había prestado demasiado interés. 
En un profesor, en este caso de bachillerato, el objetivo más importante es preparar a los alumnos académicamente para el futuro, pero realmente no es el único objetivo. Muchos maestros se centran demasiado en impartir la materia obligatoria para cumplir su planning y olvidan los objetivos básicos de esta profesión. Sin motivación es muy difícil (por no decir imposible) enseñar a los alumnos, y sin enseñanza el fracaso escolar aumenta; esto fue la mayor virtud de Ignacio, que consiguió mi plena concentración y atención en una materia por la que nunca habría apostado. 
Para concluir, me gustaría aclarar que Ignacio no hizo de mi un genio de las matemáticas, pero consiguió que hoy en día aún le recuerde como mi profesor preferido. Y todo esto lo consiguió con esfuerzo y dedicación, cosa que hoy en día escasea.